lunes, 4 de octubre de 2010

MODÉLICO: TONI NADAL (estracto de la entrevista)

http://xlsemanal.finanzas.com/web/articulo.php?id=60098&id_edicion=5687

http://www.elcorreo.com/alava/v/20101010/deportes/mas-deporte/veces-gente-exagera-humildad-20101010.html

Tras conquistar el Open USA, el mundo entero se ha rendido a los pies de Rafa Nadal. Convertido en el tenista más joven de la historia en conquistar los cuatro Grand Slam, ahora todos se preguntan por las claves de su éxito. Pues bien, sólo Toni Nadal, su tío, mentor y entrenador desde la más tierna infancia, conoce la respuesta. Humildad, trabajo, exigencia, disciplina, autocrítica, ilusión... son palabras que ha grabado a fuego en la mente del número uno. Hablamos en exclusiva con el hombre detrás de `la máquina´.

Desde su casa, Toni Nadal señala hacia una mansión, al otro lado de la bahía, presidida por un torreón y rodeada de árboles: «Es la de mi hermano Miguel Ángel». La de Toni, por su parte, es austera, minimalista, con grandes ventanales y un jardín que cuelga sobre el acantilado. Sentado en la terraza, el tío y entrenador del más joven ganador de los cuatro Grand Slam responde con firmeza sobre todo lo que le pregunten. A saber: las claves del éxito de su sobrino –para él, Rafael; nada de Rafa–, que ilustra con anécdotas reveladoras, su propia infancia, la familia Nadal, su desconfianza hacia ciertos entrenadores y la prensa, su admiración por Vicente del Bosque... Respuesta a respuesta, alternando su mirada entre los ojos de su interlocutor y la línea del horizonte, Nadal desglosa las claves de su ideario. A sus 49 años, este padre de tres hijos combina cautela y vehemencia con la misma naturalidad con la que su sobrino abre a raquetazos las puertas de la historia.

XLSemanal. ¿Diría que ha sido demasiado duro con Rafa?
Toni Nadal. Sí, muchas veces. Demasiadas [se ríe]. Tensas siempre la cuerda y a veces te pasas. Yo, además de entrenador, soy su tío y eso es determinante. Tengo más ganas de que sea bueno, más autoridad sobre él y más confianza. Estas tres cosas, por otro lado, hacen que a veces aprietes más de la cuenta. Soy bastante duro, la verdad, de palabra al menos. No me gusta el halago. Es cosa de familia.

...Si a un niño, porque triunfe, le das carta blanca a los 17 años, lo normal es que a los 24 sea un imbécil. No es el caso de Rafael. Ya no hay que decirle qué debe hacer.

XL. ¿En su carrera, cometió errores que le han permitido tener las cosas más claras para entrenar a Rafa?
T.N.
Sí, claro. Toda la vida me ha chocado la gente que dice: «Si volviera a nacer, haría exactamente lo mismo». Suena prepotente y estúpido, no estar dispuesto a avanzar o a cambiar. Yo era un jugador rocoso, muy defensivo, fallaba pocas bolas, pero no sabía ganar un punto. Comprendí que para ser bueno había que hacer algo diferente.

... Cuando lo vives desde pequeño y es un hábito, es más difícil que descarriles.

XL. Dicho así parece fácil, pero ganar tanto dinero tan joven sin que le afecte...
T.N.
Es muy simple. Cualquier padre o tutor sabe que a su hijo le tiene que guiar hasta que tenga 22 o 24 años. ¿Cambia eso el hecho de que el niño gane dinero? Pues no. Necesita incluso una guía más firme, ya que se ve envuelto en situaciones con alto potencial desestabilizador. Luego, él se deja guiar o no. Yo siempre he procurado que Rafael entendiera que lo que hace es sólo un juego. Juega bien, eso sí, nada más.

XL. ...también se le escapa un halago de vez en cuando...
T.N.
Lo justo. ¡Mal jugador aquel que necesita que lo halaguen todo el tiempo! La recompensa son los trofeos, la vida que llevan... A veces hay que relajar la presión, pero si he de elegir entre ser duro o blando, prefiero pasarme de duro. El deporte es esfuerzo y exigencia. ¿Por qué correr, si no, 42 kilómetros en una maratón, o hacerse 200 en una bici? Mejor te coges el coche, ¿no? Detrás de todo hay una recompensa personal. Y esto es duro.

XL. Y el talento, ¿qué papel juega en todo esto?
T.N.
Hombre, se tiene o no se tiene. Pero lo que marca la diferencia es el trabajo duro. Mira el Barcelona de Rijkaard. Todos eran buenos jugadores, fueron campeones de Europa, pero se bajó la exigencia y llegó el fracaso. Ten en cuenta que los deportistas son jóvenes y, si no se les exige, enseguida se distraen. En el caso de Rafael ha habido que tensar para que sepa responder a cada situación, explorar sus límites, inculcarle que cuando viene la pelota, corra siempre a buscarla. Si puedes golpearla a 100 por hora y le das a 80; si en lugar de cogerla delante, te quedas corto; si te paras en lugar de estirarte; es así como decae todo tu juego.

XL. ¿Su padre lo educó como usted a Rafa?
T.N.
Bueno, mi padre es un fanático de la música más que del deporte. En mi época, la educación se recibía con el ejemplo. Sabía que tenía que apagar la luz porque mis padres lo hacían. Aprendes más de lo que ves que de lo que te dicen. Si a una niña le compras diez muñecas, les dará menos valor que si sólo tiene una. Yo no concibo esta asignatura de Educación para la Ciudadanía, que tengas que ir a clase para aprender a saludar al entrar a un lugar o a respetar a los demás. Basta con que te obliguen a hacerlo y te enseñen con el ejemplo. La disciplina es básica en la educación. Si le dices algo a tu hijo y haces lo contrario, no vamos a ningún sitio.

XL. ¿A qué edad empezó a pensar que sería profesional?
T.N.
Lo pensé desde siempre, es lo que quería pensar para motivarme. A Rafael le marqué un objetivo a largo plazo: ser un gran profesional. Intentar cosas y no conseguirlas ocurre a menudo, pero en la vida debes tener ilusiones para avanzar.

XL. ¿Cuando empezó a entrenar a su sobrino, tenía ya algún método definido en su cabeza?
T.N.
Para mí, hay un principio fundamental: control. De la situación, de la pelota, de cada cosa que hago. A Rafael siempre le decía: «El golpe nunca va por delante de la cabeza».

XL. ¿Ya pensaba así antes de dedicarse a él en exclusiva?
T.N.
Antes de eso, cuando dirigía la escuela de tenis, vi un vídeo de Jack Nicklaus [el mejor golfista de la historia] que cambió mi visión. Nicklaus decía: «Primero golpea lejos, luego ya pensaremos en meterla dentro». Me dije: «Oye, este señor debe de tener razón». Es lo que apliqué con Rafael: «Primero dale fuerte, después haremos que bote dentro».

XL. ¿O sea, que la progresión de Rafa, de algún modo, está planificada casi desde que empezó?
T.N.
Totalmente. El trabajo más importante se hizo de los 8 a los 17 años. Luego ya fue dejarse llevar. El deporte es un tema mental. Crearle la exigencia, las ganas, toda esta intensidad, se hace, básicamente, en los años juveniles.

XL. ¿Cómo?
T.N.
Mira, cuando ganó el campeonato de España alevín, con 11 años, llamé a la federación y, haciéndome pasar por periodista –no quería que se me malinterpretara–, pedí la lista de los últimos 25 campeones de esa categoría y se la enseñé en una cena a toda la familia. Quería relativizar el éxito. Repasé la lista en alto y de 25 había seis que habían llegado a profesionales. O sea: «Esto puede ser un principio, pero no garantiza nada». Siempre hemos mantenido esa idea.

XL. ¿Alguna vez Rafael le ha dicho: «Ya no puedo más, me estoy exigiendo demasiado»?
T.N.
A veces, eeh... Mira, estábamos en Roma este año, venía de hacer el tratamiento en la rodilla, entrenaba con dolor [suspira]. No me gusta escuchar quejas; cuando le duele, ni me acerco. Aquel día era martes y debutaba el miércoles, le dolía mucho y ponía mala cara. Le dije: «¡Joder, Rafael!, pon buena cara, así no vamos a ningún lado». Y él: «¡Puff! Me duele tanto que no puedo. Prefiero decírtelo porque me cuesta soportarlo». Entonces añadí: «Mira, tienes dos caminos, decir basta y nos vamos o sufres un poco y pones buena cara. Tú eliges». El domingo, tras ganar el torneo, le dije: «Ésta es la diferencia entre aguantar o desistir. Los dolores del martes ahora te compensan, ¿no? Siempre depende de ti verlo de manera positiva, poner buena cara».

XL. Pocos tenistas han evolucionado tanto en su carrera como Rafa. ¿Cómo le ha inoculado esa capacidad de autocrítica?
T.N.
Nunca le acepté excusas a Rafael para justificar las derrotas. Me decía: «Es que el cordaje, es que no se qué...». Yo ni siquiera le dejaba saber qué cordaje usaba porque intenté, desde siempre, que se responsabilizara de sus victorias y de sus derrotas. Es siempre una relación causa-efecto: si trabajas bien, puedes triunfar; si no, el fracaso es lo más probable. Tendemos a sobrevalorarnos y, si fallamos, echamos la culpa a otros. Cuando te pregunten: «¿Por qué has perdido?», la razón es muy simple: «Porque el otro es mejor». Luego examina tus defectos, pero esto es lo primero.

XL. ¿Ésa es la raíz de la evolución de Rafa con el saque?
T.N.
Yo siempre he sido muy crítico con mi sobrino, le insistía: «Con este saque no vas a ningún lado». Y él: «No saco tan mal». Y yo: «¡Cómo! ¿Sacando, qué número del mundo eres?». Y él: «El 50 o por ahí». Y yo: «¡Qué dices! Hay más de cien que sacan mejor que tú». Es mejor exagerar la crítica que aligerarla. De todos modos, este último cambio en el servicio para el Open USA fue una idea de Rafael.

XL. ¿Ser entrenador requiere haber sido antes jugador?
T.N.
No concibo entrenar sin haber jugado antes. Con experiencia en situaciones de presión, como Del Bosque, Cruyff o Guardiola, podrás ayudar más a tus pupilos.

XL. Mencionó a Del Bosque. ¿Se identifica con él?
T.N.
Un diez para Del Bosque, ha hecho un gran trabajo. De todos modos, nunca le he visto entrenar, no conozco su metodología, y no creo mucho en los entrenadores, en ningún deporte. Si no tienes buenos jugadores, no hay nada que hacer. Me gusta la gente que cuando gana siempre lo hace desde la humildad. No me gustan los exabruptos de los ganadores. El que se crea mejor por ganar algo es un estúpido.

Los mandamientos de Toni

http://www.elcorreo.com/alava/v/20101010/deportes/mas-deporte/veces-gente-exagera-humildad-20101010.html

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