lunes, 2 de abril de 2007

Andreu Mateu, ha logrado atravesar el charco tras 95 días sin parar de remar.

Con un par de remos y el Atlántico por delante. Andreu Mateu, un catalán apasionado del remo oceánico, ha cumplido su reto de atravesar el charco con sus propios medios y sin asistencia técnica. El pasado día 2 de diciembre inició la aventura. Embarcó en su bote en la isla de Gomera y puso rumbo a la Antigua, a la otra orilla del Atlántico. El viernes de la semana pasada cumplió su objetivo. Tras 95 días remando 12 horas diarias, Andreu llegó a tierra firme. Lo había logrado. Ni las condiciones climatológicas, ni las tormentas, ni las ballenas, ni siquiera los vientos huracanados habían podido con él. Al arribar a la Antigua, Andreu había entrado en olimpo de los intrépidos. Tan solo un puñado de remeros había logrado cruzar el océano sin asistencia, y él se había convertido en el único español en alcanzar la meta. La distancia, 4.000 kilómetros.
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Andres Mateu iniciando su aventura en la Gomera el 3 de Diciembre pasado

Andreu Dalmau es un licenciado en Ciencias Empresariales y Máster en Administración de Empresas que, cansado de su vida de oficina en Nueva York, decidió dar un vuelco a su futuro. Vendió todas sus pertenencias, dejó el trabajo y se lio la manta a la cabeza. La aventura se convirtió en su nueva empresa. Tras varios retos en no menos disciplinas deportivas (patinaje, natación, maratón...), Andreu fijó su mira en el remo oceánico, una disciplina caracterizada por su dureza y esfuerzo físico. Y como no, el reto debería ir acorde con la exigencia de la modalidad.

El bote

Diseñado en Inglaterra, el bote de Andreu está construido en madera. No es lo último en materiales, pero sí lo más enficaz para afrontar tamaña empresa. Es autodrizante, o lo que es lo mismo, si vuelca, vuelve a su posición natural sin ayuda. Sus herramientas de trabajo además de los remos son las baterías, las placas solares, el GPS, las cartas naúticas y la onda VHF.

Para el descanso, un diminuto camarote de 4x1 metros situado en la proa del bote. Aquí, Andreu durmió 12 horas diarias, justo el tiempo que no empleaba en remar.

Su comida estaba basada en los mismos productos que consumen los astronautas, esto es, alimentos deshidratados y empaquetados, aunque el intrépido aventurero también hacía uso de sus aparejos para incluir pescado en su dieta. La bebida la obtenía a través de una pequeña desalinizadora que transforma el agua del mar en agua apta para el consumo.

Tras la travesía, Andreu Mateu perdió 15 kilos y acabó con el cuerpo molido, pero logró tachar un reto más de su lista.

http://wwww.lavozdegalicia.es/inicio/noticia.jsp?CAT=126&TEXTO=100000121696

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