miércoles, 10 de marzo de 2010

ACTITUDES y TORPEZAS EN TIEMPOS DE CRISIS (I)

Cuando las cosas pintan mal, a menudo nos surgen las urgencias. “Quien no mejora, es que está empeorando”, confesaba un reconocido entrenador de baloncesto americano hace ya unos años. Desde que escuché esta frase confieso que la he tenido en cuenta cada vez que he tratado de explicar el rendimiento en empresas, en el trabajo individual o en el deporte. Y es cierta, puedo confirmarlo. No existen mesetas en el rendimiento ni en la productividad grupal, empresarial o individual, nada se mantiene como estaba. Si no subes, bajas.

La cuestión que me ha traído a lanzar esta reflexión es que parece que entre multitud de empresas se está extendiendo el “virus” del pesimismo, de la apatía, de la desconfianza y hasta del miedo al ¿qué pasará? Sea cual sea el tema hablamos de predisposiciones y actitudes que no debemos permitirnos en estos tiempos, y sobre esto, sí podemos actuar.

Creo que dar las claves que te ayuden a salir de este momento turbulento no es tarea fácil, pero si posible. Y lo es porque la orientación no debe centrarse en los síntomas, sino en los enfermos. En el boxeo la eficacia de un golpe depende tanto del que pega como de la disposición en la que se encuentra el que encaja. Tengámoslo presente. Tu disposición o actitud cuando el otro ataca, ya sea tu competencia, la tendencia del mercado o los menores márgenes de maniobra y/o rentabilidad, va a condicionar cada asalto del combate, y de estas actitudes y/o torpezas te quiero hablar en esta serie de artículos.

En el área del rendimiento consideramos que para conseguir nuestros objetivos, ya sean individuales, grupales u organizacionales, dependemos de la posesión o no de dos únicos elementos, que aunque necesarios los dos, su mezcla precisa nos permitirá desarrollar todo nuestro potencial como empresas o individuos. Mi propuesta se centra, en esta primera toma de contacto, en que examines y actúes, en que cambies lo que sea necesario. Pero hazlo ya. ¿Qué te/os va a permitir alcanzar el/los objetivo/s?:

1. Poseer un Talento suficiente. La primera cuestión necesaria para poder optar al éxito u objetivo que te propones es poseer un talento suficiente. No hablo de talentos sobrehumanos ni de capacidades extraordinarias, sino de un grado de talento suficiente que nos permita pensar en que esta situación podemos sacarla adelante “entre los que estamos aquí”. No puede haber lastres, no puede haber losas. Todos, y digo todos, deben contribuir en sus parcelas y a pesar de las adversidades a que las cosas se hagan.

El trabajador con un talento suficiente es aquel que hace lo que le corresponde con evidente naturalidad y facilidad, es aquel al que las inclemencias no le condicionan porque tiene un dominio elevado de las competencias asignadas. Es aquel que no precisa de nuestra atención. Pero tenemos un problema. Si no tenemos ese grado de talento en un individuo, no se le podrá insuflar. El talento, si se tiene, se tiene, y si no se tiene, no se tiene. Punto.

Si vemos que entre nosotros tenemos gente de ese perfil adecuado del que hablamos, deberemos centrarnos en el punto que te presento a continuación. Pero si vemos que entre nuestros trabajadores los hay que no poseen esos mínimos, habrá que empezar a buscar ese talento fuera de la empresa si es que queremos tener posibilidades. Busca candidatos que puedan o cuando menos sepan hacer fácilmente, busca personas que puedan soportar los golpes que os amenazan, que se levanten tras los errores y fiascos y también que golpeen cuando les toque golpear. Pero búscalos ya. Reemplázalos ya.

2. Cumplir con las exigencias. Este segundo elemento depende tanto de nuestra gente como de mí como empresario. Todos y yo debemos invertir en el cumplimiento, según las tareas y según los puestos, de estas tres exigencias en su dosis necesaria:

- Trabajo. Cuando hablamos de trabajo me refiero a las horas invertidas en realizar cualquier tarea o al número de veces que repetimos lo que estamos haciendo para aprenderlo y hacerlo bien. Hablamos de cantidades, hablamos de cuánto.

- Esfuerzos de concentración. Si en el anterior punto hablamos de cantidad, ahora hablamos de calidad. Si antes hablaba de cuánto debemos trabajar, ahora de cómo debemos hacer cada tarea representativa de nuestro puesto. Ya no se trata de hacer muchas cosas, sino del resultado que obtenemos con nuestros actos.

Algunas tareas precisan de un alto grado de atención para que se realicen eficazmente, mientras que otras, por el contrario, precisan de un requerimiento intelectual menor en la toma de decisiones. Cada tarea que se realiza precisa más de una u otra exigencia, y cada persona necesitará hacer mayor o menor inversión en cada variable si quiere alcanzar un nivel óptimo de desempeño. Así es la regla.

- Sacrificio. Esta tercera exigencia está ligada a nuestra vida personal y familiar. Quien quiere algo debe prescindir de algo. Cuanto más altos son nuestros objetivos, mayores tendrán que ser nuestras inversiones en este aspecto. Todo y todo no se puede, me dicen siempre, porque llegar consiste en pagar el precio.

Sacrificarse es priorizar nuestro objetivo por delante de cuestiones que me pueden apetecer hacer más o que desearía realizar más, pero que por las exigencias del presente debo descartarlas para hacer lo que corresponde.

Primero talento y después cumplir las exigencias. No saldremos de la “tempestad” sin los dos. No dejaremos de lado la apatía, el pesimismo y demás “bacterias” si no nos enchufamos en primer lugar a este guión. Enfócate si tienes talento o cambia si estás escaso.

Te hablaré de las torpezas en la siguiente entrega, pero ya te adelanto que la mayor torpeza es no hacer. Si no mejoras, empeoras. Si no aceleras, te frenarás. Muévete ya. Cambia. Haz. Intenta.

Hasta pronto.

Por Juancho Armental

Serie de artículos elaborados para AJE Coruña

http://sn117w.snt117.mail.live.com/default.aspx

http://ajecoruna.com/u/uploads/File/actitudesytorpezas.pdf

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta tu artículo, Juanchiño "Air Mental" ;-)