jueves, 31 de julio de 2008

¿TIENE LÍMITES EL CUERPO HUMANO?

Contener la respiración durante 17 minutos al igual que David Blaine, o permanecer despierto por once días, pueden parecer records sobrehumanos. Pero ¿yace aquí el auténtico límite del ser humano?

http://www.lagranepoca.com/articles/2008/06/29/2120.html

A temperaturas gélidas, los practicantes del yoga “tummo” son capaces de irradiar calor aún con el cuerpo desnudo.

Comer, beber, dormir y respirar son los pilares básicos para el sostenimiento de cualquier vida humana. La ausencia de cualquiera de estos cuatro factores “indispensables” para el ser humano (otras especies pueden tener ausencia relativa de algunos de ellos) es, para la ciencia y el común de los mortales, una total incompatibilidad.

Sin embargo, la excepción es encontrada en cada dimensión del universo donde alguien pretenda trazar una norma absoluta. Y en el caso de las cuatro condiciones indispensables para la vida, el caso es el mismo.

Pero ¿qué podemos decir acerca del sueño? ¿Existe alguna persona que haya logrado escapar del abrazo reparador de esa “pérdida de conciencia” que todo humano experimenta, por lo general, una vez cada 24 horas? Por empezar, cabe aclarar que hasta la actualidad, los mecanismos del sueño y su origen han permanecido medianamente ocultos a los ojos de la ciencia. Todo cuerpo, animal o humano, necesita un descanso muscular apropiado luego del desgaste de una determinada cantidad de energía; pero los estados de pérdida de conciencia del cerebro así como los sueños, son algo que escapa a las arcas de la comprensión científica.

Algunas especies animales, como los peces o los avestruces, poseen la capacidad de dormir un solo hemisferio cerebral, conservando el otro para estar alerta a la llegada de predadores; luego duermen la otra mitad del cerebro, completándose así el descanso diario.

El famoso mago David Blaine se consagró tras soportar la respiración por un lapso de 17 minutos. No obstante, muchos yoguis hindúes son capaces de soportar días enterrados. Sin embargo, el humano carece de tal capacidad. Usualmente, una sola noche en vela basta para sentirse estresado, molesto y con reflejos retardados. Dos noches son suficientes para caer en el sopor a la primera quietud.

Pero, ¿cuál es el límite “oficial” de privación de sueño? A lo largo del siglo pasado, en distintas ocasiones, algunos individuos han intentado demostrar hasta qué límite la mente humana puede permanecer despierta. Uno de ellos, quizás el más documentado, fue llevado a cabo en 1963 por un estudiante de secundaria llamado Randy Gardner, en San Diego, Estados Unidos. Con dos amigos como auxiliares, Gardner se despertó un 28 de diciembre dispuesto a batir un récord. Desde la primera noche en vela, el joven de 17 años sufrió el cambio de humor que suele acompañar a los trasnochados. Luego de la segunda, la molestia era tanta que por nimiedades se fue a golpes contra sus ayudantes. Para el cuarto día, los efectos del sueño eran, por lo menos, peculiares: Gardner alucinaba con que era Paul Lowe, un famoso jugador de fútbol negro del San Diego Chargers. Para el día número once, cuando el estudiante batió el record mundial, ya había soportado todo tipo de malestares, alucinaciones y mareos, incapacidad de recordar hechos a corto plazo y pérdida de agilidad mental acuciante; no obstante, luego de caer en un profundo sueño de más de catorce horas consecutivas, Richard Gardner se despertó fresco y sin síntomas psicológicos colaterales.

Pero la hazaña del estudiante estadounidense no es, ni por lejos, el mayor tiempo que una persona haya permanecido despierta. Para Ngoc Thai, un campesino vietnamita de 66 años, la visita de Morfeo se ha retrasado nada menos que 35 años. Luego de una noche de fiebre aguda en 1973, este habitante de la villa “Trung Ha” no ha podido volver a conciliar el sueño nunca más. Luego de probar todos los métodos científicos y tradicionales, el campesino se ha resignado a un desvelo perpetuo, aunque se jacta de poder cargar a diario con 100 Kg. de alimentos por una trayecto de 4 kilómetros hasta su granja.

¿Constituye Ngoc Thai una imposibilidad médica? Se podría decir que sí. Es imposible que un hombre no descanse su cerebro por más de unos pocos días. No obstante, sucede; este hecho, aunque aislado, obliga a replantear qué factores hacen del sueño una verdadera necesidad para un organismo corriente.

Bigu: ¿vivir sin comer?

El joven nepalés Ram Bahadur Bomjon, puede permanecer en trance durante meses sin la ingesta de líquidos o alimentos. El la antigua tradición china, cuando un monje decidía cultivarse en lo remoto de una montaña, tarde o temprano debía enfrentar un problema: la comida. Viviendo en una cueva rocosa en la ladera de un precipicio, poco había de durarle el sustento mientras buscaba asimismo el camino hacia la iluminación. Más aún cuando la soga por la que había ascendido era cortada con el fin de reducir cualquier intento de escape en un instante de debilidad.

Según las tradiciones orales, para zanjar la situación del sustento, los monjes se veían obligados practicar el Bigu (literalmente “sin un grano”) lo que significaba que el desprendimiento del mundo humano llegaba al límite de abandonar la necesidad biológica de comida y agua, un hecho que, nuevamente, pone en tela de juicio todo lo aprendido por la biología moderna.

Pero, más allá de que los registros de monjes eminentes que permanecieron en meditación por nueve o más años no sean tenidos en cuenta por los científicos ¿existe alguna evidencia que indique si el cuerpo humano posee la capacidad de escapar del estigma de un sustento permanente? Una vez más, un individuo real, palpable y perfectamente medible con los parámetros científicos modernos se presenta como la excepción. Ram Bahadur Bomjon, joven nepalés de 19 años, no dejó de asombrar a los investigadores desde que entró en meditación en diferentes oportunidades por largos períodos de tiempo sin comida ni bebida. Ya desde 1926 (caso nuevamente negado por los científicos), una mujer estigmatizada llamada Teresa Neumann había logrado permanecer en un estado de salud convaleciente, sin comida, durante unos 35 años hasta su muerte. En el presente caso, a la sombra de una higuera, se ha constatado que en el 2005 el joven budista de Nepal permaneció durante un período de más de ocho meses sin ingerir alimentos o líquido alguno. Una valla lo separa de los cientos de seguidores que se paran para orar y admirar al milagro humano, y hasta el Discovery Channel lo ha filmado día y noche durante 4 días para comprobar la veracidad del caso.

El asunto de la ausencia de respiración puede sonar como el más imposible de los casos. Sin embrago, los registros de yoguis de la India que han permanecido durante días enterrados o inmersos en el agua, también plantea un dilema a lo conocido sobre oxigenación molecular y su vital importancia.

Entonces, ¿qué es lo que lleva a determinados individuos a romper con las normas conocidas? ¿Es la mente un estado espiritual, o algo que aún queda por comprender? ¿Tiene límites el cuerpo humano? Probablemente, la respuesta continúe ocultándose por algún tiempo más a los ojos de la ciencia.

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