martes, 26 de abril de 2011

El GPS del Celta. Por Juancho Armental

Hablar del Celta de Vigo siempre me produce un cierto respeto. Me lo produce mi apego personal a un equipo con el que me identifico, mi pasado como psicólogo de la entidad y los amigos y compañeros que he dejado después de mi maravillosa etapa profesional en el club vigués. Desde la distancia y con el desconocimiento de lo que sucede en las entrañas del club olívico, trataré de acercar algunas aportaciones de la psicología para salir del bache.

Para empezar creo que no es momento de hablar de culpables, causas y motivos de esta secuencia de malos resultados. Encontrar las causas, a estas alturas, no soluciona nada, sino lastra. Recomiendo centrarnos en saber qué hace que los problemas persistan y en dar herramientas para que la tendencia cambie. Si uno se encuentra perdido, necesita un mapa para decidir qué ruta tomar y no a nadie que explore en que cruce del camino se ha equivocado.

Partamos de dos realidades. Uno, las urgencias se han esfumado. Ascender directamente ya no es probable. Dos, el equipo tiene lo necesario para alcanzar un rendimiento muy elevado en esta categoría. Paco Herrera, ahora de un modo prioritario, debería centrarse en gestionar la psique de sus futbolistas. Lo mejor de toda esta situación es que en el “taller de la psicología” el técnico cuenta con una serie de herramientas que le pueden ser muy útiles para arreglar lo que tiene en sus manos. El catalán debe dar a su equipo lo que necesita, no lo que quiere, porque lo que uno quiere nos puede matar, en cambio lo que necesitamos nos puede salvar la vida. Repasar lo elemental, siguiendo un orden, permite refrescar nuestras ideas. Si yo fuera el técnico celeste me centraría en asegurar estos objetivos siguiendo este orden:

1. Reconocer el problema y reconocerse ignorantes. Hay un dicho que indica que “hay que ser tonto para seguir haciendo lo mismo y esperar cosas distintas”. Malo sería que a estas alturas los jugadores celestes no creyeran que tienen un problema. Lo que si veo más común es intentar cambiar algo sin reconocerse ignorante antes. Creer que lo sé todo, creer que sé cómo solucionar este desaguisado… sin buscar quien me guíe y más en un deporte colectivo, no puede generar más que interferencias. Reconocerse ignorante es el primer paso. Si me lo creo, podré escuchar. Si lo asumo, podré aprender.


2. Resetear las ilusiones. Toda conducta nace y muere en una emoción. Los resultados celestes nos dirigen hacia emociones poco rentables, así que en éstas es imperativo influir. Entiendo que hay dos cosas que hacer en esta fase. Primero, darle al botón RESET y cortar esa tendencia que nos lleva a tratar de entender lo que nos está sucediendo. Si reseteamos reiniciamos el sistema y la memoria se preocupa del ahora cuando las cosas van mal. Los problemas serán solo del presente, no estarán cargados por el pasado. Los fallos y accidentes de la competición no se suman a nada porque nada existe con anterioridad. Reseteemos para partir de cero. Segundo, activar la ILUSIÓN. Si no me equivoco, ascender depende del conjunto gallego. Si se ganan los duelos que quedan el Celta estará en Primera División. Los canteranos tienen en sus botas devolver al equipo de su vida a la máxima categoría. Los foráneos completar su palmarés. Menudo regalo. Primero resetear para partir de cero y olvidar lo perdido, después ilusionarnos para volver a soñar.


3. Recordar y asumir las claves del equipo. Recordar lo elemental y asumir cual es mi misión. Cuatro son las claves en las que el técnico debe profundizar con sus chicos:


a. Recordar a qué se juega: En ataque y en defensa, el Celta viene muchos meses desarrollando una idea de juego. Más o menos directo, con más o menos agresividad en defensa. Ese estilo perdido se ha demostrado que funciona si se pone en marcha con eficacia. Obviar lo evidente a veces nos hace olvidar nuestra identidad.

b. Qué tiene que hacer cada uno: Los hay que inician el ataque, algunos lo crean, otros lo continúan y también tenemos a los que lo finalizan. Por otra parte, los hay que marcan dónde y cómo defender, otros que acompañan la defensa, otros que dificultan los ataques y otros que los destruyen. Para que el técnico controle al equipo, todos deben hacer lo que tienen que hacer. Nada de virguerías, sino cumplir roles. Para no morir, los canarios en la jaula y los peces en la pecera.

c. Seleccionar a los adecuados: El que se salga del cumplimiento individual, fuera. El que no haga lo que el entrenador diga, fuera. No se necesitan a los “mejores”. Necesitamos a los adecuados.

d. Fidelidad a la idea: Si las cosas van mal, nada de hacer la guerra por nuestra cuenta. Yo no decido qué hacer, sólo mi técnico. Si Paco manda lanzar a la grada, los once a chutar hacia la grada. Si no somos fieles, tanto en el fútbol como en la vida, perdemos lo ganado.


4. Exponer en vez de proteger. No es lo mismo hacer que evitar no fallar porque no hacer no produce cambios. No es lo mismo culparme que echar la culpa. No es lo mismo intentar que dejarme llevar. Las personas nos exponemos o nos protegemos cuando el entorno nos evalúa. Sólo existe un modo de mejorar y es a través de la exposición. El que no se expone a la crítica, termina siempre criticado. Como decía House, “no siempre se consigue lo que se quiere, pero intentándolo si se consigue lo que se necesita”.

Una vez que el “coco” esté saneado y dispuesto, prepararía la competición:

5. No hacer especial ningún partido. Si entiendes como especial o más trascendente cualquiera de los partidos que faltan, significará que con lo realizado hasta ahora no llega. Parafraseando a Epícteto, “no es la trascendencia de los partidos los que nos perturba sino la visión que tenemos de ellos”. No se trata de convertir partidos en finales, sino cada minuto de juego y de entrenamiento en un reto personal. No toca deslumbrar sino ser fiel a la idea y a mi rol. Lo único especial y relevante es lo que me toca hacer a mí. El juego no se contamina por las circunstancias, sino por cómo lo interpretamos.


6. Fraccionar la dificultad. Cuanto más pequeños sean los trozos del chuletón que nos metamos en la boca, más sencilla va a resultar la digestión. Si miramos todo lo que nos queda de cada partido, nos vamos a atragantar. Yo prescribiría marcarnos exámenes de 15’ para cada tiempo. No se trata de dejar que pase el tiempo sino en estar alerta y atentos sólo 15’. Si vamos aprobando los parciales veremos menos indigesta la competición.

Existe una máxima en nuestro gremio que dice que no todo es psicología pero que la psicología está en todas partes. En este caso, lo psicológico ronda la casa celtiña desde hace fechas. Todo el mundo habla de la influencia de la mente, de la motivación, de miedos, de concentración… y lo hacen con atrevimiento, pero quizás sin conocimiento.

Cuando estamos perdidos necesitamos dos cosas. Primero saber el camino a seguir y segundo seguir ese camino. Este plan, esta guía, no hace más que decirnos que quizás el problema no se encuentre tanto en los problemas que tenemos sino en lo que hace que los problemas persistan. Es momento de saber por dónde ir más que recordar por donde fuimos. Creo que ordenar el aprendizaje de los jugadores vigueses puede ayudarles a ajustar su brújula. Asumir el problema, resetear las ilusiones, centrarlos en lo que les toca hacer y exponerse les permitirá conocer el camino a seguir. Retarse con lo habitual y fraccionar la dificultad les facilitará seguirlo. Cuando un equipo se pierde, es peor confiar en la intuición que en el GPS.

Hasta pronto.

Por Juancho Armental

Publicado también en http://www.moiceleste.com/2011/04/el-gps-del-celta.html

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